dissabte, 20 de novembre del 2010

Furor amoris


L'amor apassionat: furor amoris, és un altre tòpic literari d'origen grecollatí. És el tòpic amb què s’expressa la irracionalitat de l’amor, com a malaltia o com a bogeria.

Excute virgineo conceptas pectore flammas,
si potes, infelix. Si possem, sanior essem;
sed trahit invitam nova vis, aliudque cupido,
mens aliud suadet: video meliora proboque,
deteriora sequor.
Llença el teu cor virginal a les flames que et consumeixen,
si pots, infeliç. Si pogués, seria mestressa de mi mateixa;
però m’estira, contra la meva voluntat, una força insòlita,
i una cosa m’aconsella el meu desig, i una altra la raó: veig el que és millor i ho aprovo,
però faig el què és pitjor.
Ovidi, Metamorfosis VII, 17-21

Se rindió el corazón, cegó el sentido,
con propio aplauso, bella tiranía;
en actos libres la razón porfía
y a sacudir el yugo obedecido.
Mas, ¡ay!, que en las acciones de perdido,
tal premio el alma halló, que si me guía
al olvido de Amor la razón pía,
bebo nueva memoria en el olvido.
¡Oh para nuevo mal, por medio extraño,
ilustrada razón, ciego deseo,
pues viendo la verdad, sigo el engaño!
Mal tendrá la razón de Amor trofeo,
si le defiendo a Amor mi propio daño,
cuando en favor de la razón peleo.
Fernando de Rojas, La Celestina

La locomotora lanzó un silbido triste y estremecedor. La trágica belleza de la tempestad le parecía ahora a Ana aún más atractiva: acababa de oír las palabras que su razón rechazaba, pero que su corazón deseaba. Guardó silencio. Pero Vronsky leyó en su rostro la lucha que mantenía en su interior.
Lev Tolstoj, Ana Karenina

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Aquest amors són els que més agraden, potser per efímers. Sento haver tardat tant en visitar-te. La vida, que empeny...

Engràcia, la filla d'en Jordi ha dit...

Soneto de la Carta

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal, la piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,
tigre y paloma sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.


Federico García Lorca